#ElPerúQueQueremos

Sentimiento Increíble

Publicado: 2010-12-14

Hay sentimientos que simplemente no se pueden explicar

No recuerdo cuando te conocí, te había visto mucho tiempo antes pero, lo confieso, nunca me llamaste la atención. En ese tiempo, los comienzos de los 90’s, yo prefería jugar con mis amigos, en vez de fijarme en ti o en tus entrañables amigas (o enemigas).

No recuerdo tampoco como te conocí, ni el momento exacto, no recuerdo quien nos presentó. Creo que nadie lo hizo porque mis amigos ya me habían presentado a todas tus amigas, pero a ti no y yo no lo entendía, seguro fue porque tú eras la menos popular del grupo. Y sí que lo eras, pero eso no te hacía menos.

Así que no puedo decir que fue amor a primera vista, pero cuando me di cuenta cómo eras, me enamore de tí. Lo primero que hice fue contarle a mis viejos sobre ti, mi mamá no le dió importancia, no le dió bola a nuestra nueva relación. Mi papá, sin embargo, se puso contento, más de lo que esperaba, se alegró. Me dió un palmazo en la espalda y me dijo que era lo mejor que había hecho, fijarme en ti había sido mi mejor elección, y mi viejo lo sabía. Es que los padres nunca se equivocan pues.

Déjame decirte que desde el momento que empezó nuestro amor, tú me cambiaste, me hipnotizaste y ya no te pude dejar. Empecé a dejar a mis amigos para seguirte. Recuerdo el año 1997, nuestra relación recién empezaba, pero ya era fuerte como un tronco. Ese año viaje casi 15 horas para ir a verte, escapándome de mi casa, y cuando finalmente te vi, empecé a llorar, porque me habías recibido con el mejor regalo que cualquier chico ilusionado quisiera recibir. Ese día fue la primera vez que lloré por ti, fueron lágrimas de felicidad, esa fría noche limeña del mes de Agosto me hiciste feliz. Tú lo hiciste. Regresé a mi casa con los ojos rojos pero con una sonrisa de oreja a oreja, ya no me importo que me castigaran. Todo valió la pena.

Los meses pasaban y nuestra relación se fortalecía cada día, sin embargo mis amigos se burlaban de nosotros, especialmente de mí, no entendían como yo me había podido fijar en ti. Solía tener pequeñas pero candentes peleas con mis amigos por ti, todo por defenderte, pero yo sabía lo que sentía y sabía lo que tú valías. Yo había visto en ti eso que la mayoría no ve, esa sencillez, esa humildad, esas ganas de querer ser mejor que todas, esa responsabilidad y esa pasión con que hacías las cosas.

Sin embargo, a pesar que me has regalado dado momentos felices, tú también me has hecho derramar lágrimas de tristeza, como aquella noche del 1999, que me decepcionaste cuando yo había hecho mucho para seguirte, ese día lloré en silencio, mirándote. O esa otra noche en la fiesta de fin de año, cuando fui con mis amigos a verte. Ese día dejaste que mis amigos se burlen de ti. Me tuve que largar con la rabia en mi alma, y llorar solo, porque me habías ilusionado y me fallaste, delante de mis propios amigos, esos que deploraban mi amor por ti. Pero ahora entiendo que todo esto es parte de este juego, yo decidí amarte en las buenas y en las malas, y eso hago, queriéndote con un masoquismo inexplicable pero que me hace feliz, porque tú vales la pena.

Y así como tú me has hecho llorar de alegría y de tristeza, yo acepto que también te he fallado. Acepto que cuando, quizás, más me necesitabas, yo me alejaba y ya no quería verte ni buscarte, me alejaba de ti, con ese orgullo que hicieron que perdiera mis amores más deseados. Pero lo acepto, y te pido perdón. Lo hice porque a pesar que te aconsejaba que cambiaras, tú no lo hacías. Tú tomabas tus decisiones sin escucharme, y eso me molestaba. Ahora entiendo que tus decisiones siempre fueron las mejores.

Si entras a mi cuarto verás que te tengo en todas mis paredes, eres parte de mi vida, eres mi piel, y luego de mi familia y mis amigos, eres lo más importante que tengo. Cada fin de semana espero verte y que me des una alegría. Y aún ahora que me encuentro lejos de ti, te quiero cada vez más.

No sabes lo mucho que te extraño. Verte sonreír es lo mejor que puede pasar, y celebrar juntos, como dos niños, es casi un orgasmo espiritual. Se que estas pasando momentos incómodos, pero ya verás que pronto pasarán, porque tú eres fuerte y porque te mereces lo mejor, pero recuerda que yo estaré siempre ahí, a pesar de la distancia que nos separa, y cuando vuelva a Perú, prometo que iré a verte, y volveremos a sonreír y llorar, como siempre lo hemos hecho.

Hace más de 15 años que te conocí, y el sentimiento es el mismo, porque lo mío fue una decisión y no una puta imposición. Eres ese amor que nunca acabará pase lo que pase, ese sentimiento eterno e inexplicable.

Conocerte fue un privilegio, y es lo mejor que hecho en mi vida. Gracias mi querido Sporting Cristal por regalarle alegría a mi corazón, ese corazón rojo que desde que te conocí se volvió celeste; y cuando me muera sé que seguiremos juntos, porque iré al cielo y ahí tu estarás… porque Dios y el cielo también son celestes.


Escrito por

elchatodaniel

Cholo, chato, feo, gordo


Publicado en

Desekilibrios Razonables

... o cuando las pasiones viajan de prisa