#ElPerúQueQueremos

El Twitter

Publicado: 2010-12-03

Hace un par de años apróximadamente, en una juerga de aquellas inolvidables e irrecordables (porque al levantarme no me acordaba de casi nada), un amigo de infancia me dijo, con ese orgullo de alguien que cuenta la gran novedad, que confiesa el gran invento del siglo, y lanzándome hartos litros de saliva alcoholizada en toda mi lenteojuda cara, y con ese cariño tan fraternal que nos caracteriza: "oe no seas huevón, create una cuenta del Twitter, chato, ¡No jodas pues, cojudo!"

Yo, un asno y una completa res para todo lo que es Internet, le dije, luego de limpiarme los lentes de saliva y de empujarme un potente y profundo seco y volteado de pisco puro, "¿Oe on, qué mierda es el Twitter?".

Me explicó, mi amigo, periodista él, en menos de 30 segundos el concepto y la utilidad del twitter, sin embargo gracias a mi limitado desarrollo en captación de conceptos, que el alcohol y la paja han ayudado a agudizarse, no le entendí ni un carajo. Pero al día siguiente, como buen posero que soy, me cree una cuenta: @elchatodaniel. Un nick tan creativo como los videos de la Tigresa del Oriente.

Como seguro les ha sucedido a todos los neófitos twitteros, no le encontré ni la más puta lógica al Twitter. Tanto así que mi primer twit fue un apavado “no le encuentro sentido a esta huevada”.

Sin embargo, no recuerdo en que momento le encontré el gusto al Twitter (más allá del sentido periodístico). Me atrevería a decir que fue, tal vez, por los twits divertidos, pero ya finados o en proceso de extinción, del perfumado Meier y de mi primo el carilindo Jason Day. O tal vez fue el descubrir que mis mejores amigas también tenían, mucho antes que yo, cuenta en Twitter, y ellas, felizmente, ya retiradas de este vicio virtual, me empujaron a seguir descubriendo las bondades de esta red social para antisociales. Porque me perdonarán los twitterstar, pero para ser twittero y encima ser popular, es porque, aparte de tener una sobrante vida sedentaria, ésta debe ser una mierda.

Dos años después de usarlo, #yoconfieso que me he convertido en un adicto al Twitter, sin embargo, mi adicción al twitter NO se da por el lado sociable (porque sencillamente yo soy antisocial. Insisto, para tener cuenta de Twitter, hay que ser, señores, bastante antisociales en la vida real), ya que no me interesa mucho conocer gente, ni salir en la foto, ni ir a las reuniones (sólo lo hice una vez, por razones ajenas a la sociabilización); y creo que esta apatía o esa aversión a conocer a la gente del twitter hace que justamente me encante el twitter, ya que, en mi sumisa opinión, empezar a conocer personalmente a todos hará que pierda ese gusto que le tengo a esta red social. Ya que hasta ahora no he encontrado nada más rico que meterme a donde no me importa, y ver como un grupo de perfectos desconocidos prostituyen gratuitamente sus rutinas, sus gustos, sus sentimientos, y sus mierdas, o intentan, con gran ahínco, fingir personajes que no son. Todo eso hace que mi rutina, que también prostituyo desvergonzada y pendejamente, se vuelva más entretenida.

Cada vez que suena el odioso despertador, me despierto sin enojos ni lamentaciones, y no precisamente porque me emocione vestir de terno e ir a trabajar, sino porque quiero saber ya, qué hay de nuevo en el Twitter, quien se murió, o quien se peleó, o quien se gileó a quien. Y no bien llego a la oficina, y mucho antes de abrir mi Outlook, abro el Twitter, y sin más interés que conocer lo más importante de lo menos importante de la vida de un grupo de anónimos personajes divertidos y quejosos, me quedo espectando, con mi canchita invisible, un nuevo capítulo de esta historia virtual.

Es decir, con el Twitter he encontrado esa motivación que antes hube encontrado en alguna enamorada o en un trabajo nuevo, y que había desaparecido jodidamente en los últimos años.

Pero me temo que lo inevitable también llegará. Así como el Messenger, el Hi5 y el Facebook me terminaron por aburrir y hartar, sospecho que con el Twitter también sucederá lo ya profetizado. Llegará el día que esta viciosa red social me empiece a empalagar, no su gente, sino esa costumbre chiclosa que hará que llegue el momento en que se le vaya sabor, el gusto, la sensación, la sapidez. Me pregunto entonces, cuando me aburra y cierre mi cuenta del Twitter, ¿qué mierda haré con mi vida? Creo que empezar a vivirla.


Escrito por

elchatodaniel

Cholo, chato, feo, gordo


Publicado en

Desekilibrios Razonables

... o cuando las pasiones viajan de prisa